Llorar Es Bueno… Es la Forma en Que el Alma Respira
Había una vez, en un cielo lleno de formas y colores, una pequeña nube que vivía sintiéndose fuera de lugar. Mientras todas las demás nubes se movían con libertad, se estiraban, se hacían grandes, pequeñas o incluso desaparecían… ella siempre estaba contenida, como si algo dentro suyo no pudiera salir.
—¿Por qué no sueltas tu lluvia? —le preguntaban las otras nubes cuando pasaban.
—Porque si lluevo… puedo hacer daño —respondía bajito, mirando hacia la tierra.
La nube creía que llorar traía consecuencias. Que cuando las nubes lloraban, el mundo se enfadaba. Lo había escuchado en su familia celestial desde muy pequeña:
“Las nubes fuertes no lloran.”
“No molestes con tus lágrimas.”
“Si llueves, otros se mojan, se encharcan, se incomodan.”
Así que, aunque a veces se sentía a punto de explotar, se aguantaba. Una y otra vez. Hasta que un día, el cielo comenzó a oscurecerse. No por una tormenta… sino por una tristeza acumulada. Suave. Silenciosa. Profunda.
Una nube anciana, blanca como algodón antiguo, se acercó flotando lentamente.
—Hola, pequeña nube. ¿Por qué estás tan gris por dentro?
—Porque tengo mucha lluvia y no me atrevo a dejarla caer —dijo—. Si lo hago, puedo arruinar algo. Hacer que alguien se sienta mal. Eso me enseñaron.
La nube anciana sonrió, con ternura de cielo vivido.
—Eso mismo me dijeron a mí —le confesó—. Hasta que un día supe que llover no es dañar… es liberar. Que cuando las nubes no lloran, se llenan tanto que terminan estallando. Y que cuando alguien en la familia no pudo llorar, a veces otra nube nace con esa carga… esperando hacerlo por todos.
La pequeña nube la miró sorprendida.
—¿Y si los demás se mojan?
—A veces, lo que moja, también riega —le respondió con brillo en los ojos—. Llorar no destruye. Llorar hace crecer 🌱.
Entonces, la nube respiró profundo (como solo las nubes saben hacerlo) y empezó a llover.
Primero fueron gotitas tímidas. Luego, una lluvia cálida, suave, que olía a tierra nueva. No era tormenta. Era sanación.
Abajo, los árboles estiraban sus hojas. Los pájaros se bañaban alegres. Los niños sacaban la lengua para atrapar gotas y saltaban jugando con los charcos. Y en ese instante, la nube lo entendió todo:
Llorar no solo no hace daño… también puede ser un regalo.
Desde aquel día, cada vez que sentía presión por dentro, ya no se aguantaba. Llovía. A veces un poquito. A veces con fuerza. Pero siempre con amor.
Y como por arte de cielo, también empezó a brillar más. Porque las nubes que lloran con el corazón, luego dejan ver el sol ☀️.
✨ Moraleja:
🌈Las lágrimas, como la lluvia, no destruyen: limpian, riegan y dan nueva vida.
🔗 ¿Alguna vez te aguantaste las lágrimas por miedo a incomodar?
Quizás estás cargando llantos que no son solo tuyos. Tal vez en tu linaje hubo alguien que no pudo llorar, y tú hoy sientes ese nudo en la garganta.
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